El nacimiento de una nueva ciencia La historia de la escritura, jalonada en otros momentos por innovaciones técnicas tales como la imprenta o, más recientemente, por descubrimientos en el ámbito de la interpretación de escritos antiguos, está dominada hoy día por la aparición de una ciencia todavía vacilante (no plenamente consagrada): la Grafología. Esta disciplina parte del principio de que el hecho de escribir no es más que un movimiento de la mano regido por el cerebro y, por tanto, la expresión particular de un determinado individuo, y se propone, como consecuencia, interpretar la personalidad a través de la escritura. En un nivel más restringido, todos nosotros somos sensibles al carácter personal de un cierto tipo de trazados, o a una escritura elegante. La firma, por ejemplo, autentifica un escrito, y una carta manuscrita siempre es preferible a otra mecanografiada, si se trata de comunicar sentimientos personales, etc. Todo ello constituye otros tantos testimonios corrientes de nuestra actividad gráfica personalizada. Pero la Grafología no inspira aún total confianza en cuanto a sus dominios de aplicación y por sus conclusiones, a veces apresuradas.